Falta una semana para que Pablo Iglesias se examine en el Congreso. Porque eso será la moción de censura que ha presentado contra Mariano Rajoy, un examen, pero no el del presidente, sino el suyo.
La moción será retransmitida por las cadenas de televisión y toda España podrá ver si realmente Iglesias tiene consistencia para ser alternativa como presidente de Gobierno con Podemos. Si a Iglesias le sale bien la moción sin duda se consolidará no solo como líder de Podemos sino que su influencia se consolidara en el espectro de la izquierda, pero si sale escaldado de la moción entonces su liderazgo será menos fuerte dentro de sus filas y los votantes de izquierda tendrán que empezar a mirar hacia otro lado. La realidad es que el histrionismo político que caracteriza algunas de las actuaciones de Podemos está restando apoyos a esta formación.
Mientras que PSOE y Ciudadanos consiguen que el Gobierno tenga que rectificar en asuntos importantes, y realmente su labor de oposición se nota, el paso de Podemos por el Congreso no está resultando relevante en lo que a sustancia se refiere.
Salir en los informativos por un “perfomance” al principio resultaba rompedor y novedoso, pero al final lo que cuentan son los resultados.
En realidad, la mayoría de los dirigentes de Podemos no terminan de tomar el pulso a la política institucional y la política espectáculo puede resultar cansina y conducir a la irrelevancia.
Pablo Iglesias arrasó en Vista Alegre, lo que le convierte en el líder indiscutido de Podemos, pero la ausencia en primera línea de Bescansa y Errejón se nota, ambos le daban más consistencia a la formación morada.
Pero si algo tiene Pablo Iglesias es arrojo, es un tipo echado para adelante, que sabe muy bien lo que quiere, otra cosa es que acierte en el camino para conseguirlo.
Por eso su apuesta por la moción de censura es una apuesta a todo o nada. A Felipe González su moción de censura contra Adolfo Suárez le sirvió para que toda España viera en él al presidente de Gobierno que el país necesitaba y al PSOE como un partido sólido para gobernar. A Antonio Hernández Mancha su moción de censura contra Felipe González le convirtió en un político irrelevante que tuvo que dejar la primera línea de la acción política e irse a su casa.
Lo que pasará con Pablo Iglesias es una incógnita que se despejará dentro de una semana.