Como si del guion de una película se tratara, ningún político quiere usar los tremendos atentados de Cataluña para incordiar al Govern. Ese es el guion escrito. Pero todo cristo improvisa sobre la marcha para incordiar sobre el asunto de la independencia.
Hasta el arzobispo de Barcelona (recién ascendido a cardenal por el papa Francisco), y su obispo auxiliar –los dos– en las homilías de la misa por la paz y en memoria de los víctimas de los atentados de Cataluña, no dejaron de largarle unos hisopazos de agua bendita a Carles Puigdemont. Que si “la unión nos hace fuertes, y la desunión nos corroe y destruye”. Que si “hoy están las supremas autoridades del Estado y el presidente de la Comunidad”. Como si le “insinuaran” al Carles ¡Quieto neno, que aquí no eres más que un monaguillo de segunda! Y el Carles tragando quinina para las fiebres, inmóvil como un masai de cartón en mitad de la sabana.
Porque el Carles sabe estar. Pero…