El Tour nunca existió

El tour nunca existió. Fue un sueño del televisor y de los franceses. Los mitos se caen; después de tanto tiempo, diez años, los mandatarios del ciclismo llegan a la conclusión de que Amstrong se dopó. Y él se confiesa públicamente; el mundo se escandaliza. Deberíamos escandalizarnos por lo que ha tardado la Unión Ciclista Internacional en descubrirlo. Pero el dinero de los anuncios y publicidad ya está ingresado y encima el ciclista tendrá que devolver el suyo, el ganador queda vacante; negocio redondo para la UCI. Pero en un mundo dominado por la mediocridad y estafadores –estos días tenemos muchos ejemplos–, el caso de los ciclistas es uno más. Todo el mundo mira para otro lado. Señores, debe haber un sitio en el mundo que está lleno de miradas o de ojos abandonados. Nadie se entera de nada. Dentro de poco nos recortarán la vida. ¿Tendremos que devolver los premios? Habrá que inventar un control antidoping para los políticos. A lo mejor ellos mean agua.

El Tour nunca existió

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