Consenso y acuerdos en tiempos de coronavirus

n una situación extraordinaria, de emergencia sanitaria como la que vivimos en este tiempo, es lógico que se busquen acuerdos, que el entendimiento presida la acción política, económica y social pues el objetivo debe ser común y el mismo para todos: salvar vidas humanas y garantizar el derecho a la salud de los ciudadanos.. Por eso, en estos momentos, la capacidad para tender puentes, para anteponer el bien general al particular, debe estar presente en los dirigentes, blindándose contra el cálculo y la ventaja a que conduce el virus de la “ideologitis”, más letal, desde luego, que covid-19.
En la política democrática, la capacidad de entendimiento, de búsqueda de acuerdos, de acercamiento posiciones, constituye, qué duda cabe, una característica básica de la vida democrática. En tiempo de grave crisis, no digamos. España precisa este talante en los dirigentes políticos, económicos y sociales, olvidando las legítimas diferencias, y disponiéndose con determinación a este fin.
Que algún miembro del gobierno haya reconocido fallos es una buena señal de que, por fin, tras varias semanas de ausencia de autocrítica frente a la real realidad que vemos los ciudadanos, se ponen las bases para que puedan cuajar los acuerdos que todos esperamos. 
En la política democrática, muchas veces prende la ideología del acuerdo. Tal cosa acontece cuando se busca el consenso como fin, no como medio para resolver problemas. Entonces, el entendimiento se impone, no se atiende a las aportaciones que puedan hacer los demás, porque no son relevantes. Solo interesan de cara a la galería con el fin de cuanto antes mostrar al pueblo que se tiene capacidad de tejer acuerdos.
 Probablemente, uno de las más graves enfermedades que aqueja a nuestras democracias en Occidente reside en que con frecuencia se juega demasiado con las palabras en una exaltación de las formas que esconde un profundo desprecio a los grandes conceptos que permitieron liberar a tantos europeos del yugo del Antiguo Régimen. Junto a esta permanente desnaturalización de los conceptos, que se interpretan al servicio de lo que más convenga, no siempre a favor del bienestar general e integral de las personas como vemos también en este tiempo, nos encontramos con que la apertura de diálogos o de mesas de concertación se utilizan para dilatar las soluciones mientras se aprovecha el tiempo para fenomenales operaciones de agitación y propaganda, por cierto, cada vez de más actualidad en tantas latitudes, por aquí obviamente también. 
El diálogo, el entendimiento es, sin embargo, una gran herramienta, un instrumento político de primer orden que cuándo se utiliza legítimamente proporciona relevantes réditos de todo orden. Se trata, en estos casos, de explorar posibilidades de acuerdo, de colocar en el centro de la deliberación la dimensión humana del problema y así aproximar posiciones.

Consenso y acuerdos en tiempos de coronavirus

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