Bodas

Hay una cuestión transcendental que casi ha provocado un cisma en el sólido y casi siempre homogéneo frente popular. No, no se trata de cuántos refugiados podría acoger España en los próximos días ni de si convendría bajar la cuota de la Seguridad Social para los autónomos, la más alta, con diferencia, de la UE. Es el extraordinario dilema de si el presidente  debería acudir o no a la boda entre Javier Maroto y su pareja de toda la vida, boda que trae de cabeza al aparato del partido y que está convirtiendo Génova en un plató al más puro estilo de un Deluxe.
 Javier Maroto es homosexual y su pareja de toda la vida un hombre, claro está. En realidad, el problema es que Javier Maroto es vicesecretario de Acción Sectorial del PP, es decir, que representa a un montón de gente que no es que sea exactamente homófoba sino que prefiere que los gays sigan viviendo toda la vida dentro del armario. Tampoco les gusta que a las uniones homosexuales se les denomine matrimonio porque ellos son muy amigos del latín y de los mandamientos de la madre iglesia, aunque flojeen bastante con el no robarás y el amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ana Botella escribió  al respecto, que  todavía los expertos no se ponen de acuerdo si las manzanas son gays, las peras lesbianas o si se refería a la macedonia de frutas, juntas y revueltas.
Mariano tiene una duda ante el postre: se encuentra ante una difícil elección, ya que si acude a la boda de Maroto, no sólo traiciona la confianza de su subsuelo de votantes más retrógrado, sino que además podría incumplir la última promesa electoral que le queda por incumplir. Y, encima, apenas a unos meses de las siguientes elecciones. 
El PP es un ejército de un solo hombre que piensa con una sola cabeza, aunque a menudo no sepamos cuál. Ni ellos tampoco.
Por su parte, Maroto asegura que la ley sobre el matrimonio homosexual está perfectamente “asumida y reconocida por el PP”, tan asumida que presentaron un recurso contra ella en el Tribunal Constitucional que fue avalado personalmente por Mariano y que les fue devuelto en plena cara.
 Entre un mitin en Barcelona y una boda gay en Vitoria, lo más tentador para Mariano es quedarse en Madrid leyendo el Marca.
 

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