TERTULIAS

Ya no hay “tertulias de café”, pero sí tertulias, sin café. La prensa, la radio y la televisión han cogido el relevo de aquellos locales que se convirtieron en auténticos “mentideros” que dieron lugar a un fenómeno entre lo cultural y el “chismorreo”, acogiendo estas reuniones informales y periódicas en las que se habla y debate sobre diferentes temas.

Esta “costumbre” tan española –como la siesta– dicen que tiene sus orígenes en la persona del teólogo cristiano romano Tertuliano, famoso por su capacidad como polemizador y que tuvieron un gran auge en el Siglo de Oro, han alcanzado una gran popularidad al encontrar cobijo en la prensa a través de los artículos de opinión, las emisoras de radio y los diferentes canales de televisión que las han incluido en sus respectivas programaciones, como espacios preferentes.

¿Somos un país de cotillas?  A lo mejor eso explicaría el éxito de las tertulias y el éxito de los programas del corazón

 

En la radio y la televisión hay tertulias matinales, sesión vermouth, de tarde o nocturnas, donde los llamados contertulios o tertulianos dan un “repaso” a la actualidad buscando siempre una “confrontación” dialéctica a base de razonamientos o “griteríos” que el llamado conductor de las mismas se las ve y se las desea para poner orden. La política y el fútbol son excelentes campos de juego para debatir y provocar discusiones casi “parlamentarias” en función del perfil ideológico o preferencias reconocidas de los participantes elegidos para el enfrentamiento “razonado”, que se reparten en las mesas, no siempre equitativamente, a favor o en contra de la derecha o la izquierda, del Real Madrid o el Barça, para mantener la tensión oratoria, y el “nicho de mercado” de sus los respectivos medios.

Un tertuliano que se “precie” –los hay que van de tertulia en tertulia– tiene que gritar más alto que el contrario, interrumpirlo más veces de las que le interrumpen a él, utilizando su “filiación” como arma arrojadiza o bien ridiculizándolo con alguna ironía “gruesa”, para salir airoso del envite. ¿Somos un país de cotillas? A lo mejor eso explicaría el éxito de las tertulias de todo tipo, fútbol, toros, política y el éxito de los programas del corazón.

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