edro Sánchez eligió el local de la antigua discoteca madrileña ‘Macumba’, situada en la estación de Chamartín para presentar las trescientas y pico propuestas que a modo de programa de gobierno quiere convertir en la manzana con la que tentar a Pablo Iglesias para que apoye su investidura como presidente del Gobierno. La macumba es un instrumento musical originario de África que acompañó a los negros que fueron llevados a América del Sur como esclavos. Por su uso en determinadas ceremonias religiosas animistas el nombre de este objeto acabó convirtiéndose en sinónimo de magia negra, un ritual que pretende conseguir fines extraordinarios invocando la ayuda de las fuerzas oscuras.
No hay que pensar que entre los asesores de Sánchez que eligieron este lugar para celebrar el que bien podría considerarse como primer gran mitin político de la campaña electoral que Sánchez lleva desarrollando desde hace semanas, estuvieran al tanto del pasado del escenario elegido ni del significado esotérico de su nombre, pero la verdad es que visto el tono conciliatorio y el énfasis de Sánchez a la hora de destacar las coincidencias del programa del PSOE con muchas de las cosas que defiende Podemos hasta un ciego habría visto que trataba de convencer a Pablo Iglesias para que deje de reclamar ministerios y acepte apoyar desde fuera al futuro Gobierno socialista. Fue tan lejos que revocando en parte palabras suyas anteriores Sánchez propuso a Podemos “responsabilidades en instituciones que no estén supeditadas al Consejo de Ministros”.
Horas antes del mitin Iglesias comparecía en TVE en un programa habitualmente entregado a la causa para decir que la desconfianza es lo propio de la política pero que eso no quiere decir que no pueda superarse. Y horas después del mitin en la antigua sede de Macumba trascendía que Carmen Calvo llamaba a Pablo Echenique para reanudar los contactos interrumpidos a principios del agosto. ¿Quiere decirse que estamos cerca de ver claudicar a Podemos renunciando a su reiterada exigencia de un gobierno de coalición como condición irrenunciable para apoyar la investidura presidencial de Pedro Sánchez? Es posible, aunque las circunstancias invitan a concluir que no parece probable. Pero atentos a la pantalla porque en política lo hemos visto todo y nada debería sorprendernos.