VUELTA A LOS ORÍGENES

Con la elección de Jeremy Corbyn como nuevo líder del laborismo británico el Reino Unido ha culminado uno de los más asombrosos procesos electorales que el país ha vivido. Un veterano parlamentario, 66 años, célebre por llevar la contraria a su partido en cientos de ocasiones y por abanderar ideas de la izquierda radical, ha logrado en poco más de dos meses el apoyo de  250.000 militantes y simpatizantes de la organización –un 60% del total de votantes– en unas primarias que han causado casi tanta expectación como unas generales.
Corbyn defiende un programa económico que poco tiene que ver con las políticas de austeridad del Gobierno Cameron, que han llevado a la economía del país a crecer por encima del 2% en los últimos años. Ha prometido una nueva forma de hacer política y se ha obligado a combatir los “grotescos niveles de desigualdad” existentes. Quiere también sacar al Reino Unido de la OTAN y no renovar el programa de submarinos nucleares. Apuesta así mismo por renacionalizar importantes servicios públicos. Una música que suena a oída en nuestras latitudes del sur de Europa.
La diferencia es que en la isla no ha sido una formación nueva y populista la que acecha por la izquierda al partido tradicional e incluso al sistema clásico de representación imperante. La peculiaridad reside en que ha sido el propio Partido Laborista, uno de los que han venido alternándose en el gobierno de la nación durante la mayor parte de su historia, el que ha adoptado un nuevo discurso. 
Por eso se ha dicho y con razón que con la victoria del heterodoxo Corbyn el laborismo británico emprende su huida del centro político. O que vuelve a la izquierda; a sus orígenes. ¿Para bien o para mal? El tiempo lo dirá. El recibimiento, desde luego, no ha podido ser peor desde casi todos los frentes. De nada menos que “amenaza para la seguridad nacional” ha sido tachado por el primer ministro Cameron. 
Muchos se preguntan si Corbyn será capaz de replicar a nivel nacional la movilización que en tan poco tiempo ha conseguido para las primarias del partido. Cierto es que el laborismo había dejado de ser lo que era desde que en los años noventa Tony Blair, en aquel viaje por la tercera vía centrista, le fuera deshuesando de lo que su electorado entendía como señas de identidad. Y eso es lo que con su apoyo al nuevo líder busca la militancia: una vuelta a las referencias clásicas de la formación. Me pregunto si alguno no debería tomar por aquí la correspondiente nota. 

VUELTA A LOS ORÍGENES

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