Cambios y mutaciones

Yes que, no me lo negarán ustedes, el cambio de “la lideresa” que pasa de organizar actos en contra de los productos espumosos del país de la barretina a proclamar urbi et orbi que se debe catalanizar España es, cuanto menos, milagroso y, sobre todo, sospechoso. Claro que para doña Esperanza Aguirre, capaz de pasar por la Gürtel, que  pagó cuantiosos actos de su campaña, sin mancharse ni romperse, cualquier cosa es posible. Incluso que le ponga más tinte al pelo que el propio Mariano.
Cambian las cosas en la curia y el papa se confiesa  de izquierdas. El mensaje del sucesor de San Pedro habla de atraer a la Iglesia a las mujeres cuando, ay, aquel santo Agustín les negaba el alma y los contemporáneos de Francisco se mostraban partidarios de los banqueros y los niños.
Hay cambios y mutaciones que no solo parecen un milagro sino que tienen menos explicación como, por ejemplo, la añoranza en el PP por los símbolos como el pájaro en la bandera, el saludo romano (del Duce, por ejemplo) o la exaltación del golpe de Estado que sumó un millón de muertos, otro tanto de exiliados y un tanto igual de masacrados durante casi medio siglo.
El cambio en el asunto nos llega de Argentina, pues aquí la memoria anda por ahí perdida o mutada.
Pero otras cosas no cambian y ahí tienen a Baltar (Baltar, dos) contratando a dedo como lo hacía el uno o a la Xunta sin entregar los papeles del Sergas, pedidos desde el Parlamento, para ver cómo estaba el saldo, compras, ventas, etc., con el señor Dobarro cuando don Alberto era un jefe en ese servicio.
No cambia ni un tanto “así”, la política marianista que, a cada buena nueva de la macroeconomía, responde con otro puñetazo a la economía de cada ciudadano. ¿Sube el Ibex? Pues las matrículas igual. ¿Aumentan las exportaciones? Bajamos los salarios. ¿Mejoran los datos industriales, sube el turismo? Más repago en las medicinas y menos comedores escolares. Mato nos mata y Wert, querido y admirado Ezequiel que dibujó, en tres frases, el panorama que nos rodea.
La Xunta, luego de un infierno en nuestros montes y después de las alertas del propio Feijóo advirtiendo de que el riesgo de fuego puede persistir hasta octubre, inicia el desmantelamiento del dispositivo de lucha contra incendios. ¡Nos matan, tío!

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