EL OBJETO NAVAL

En el plazo de apenas un mes, el Parlamento gallego ha aprobado dos proposiciones centradas en demandar del Gobierno central la construcción de un dique flotante capaz de hacer frente a la reparación de grandes buques en los astilleros públicos de la ría ferrolana. BNG y PSdeG fueron los proponentes y, en ambos casos, contaron con el respaldo del partido en el Gobierno de Galicia. La última fue aprobada todavía el pasado miércoles. La primera, la de los nacionalistas, abordaba también como cuestión de base la de dar al Ejecutivo de Mariano Rajoy un mes de plazo para que decidiese sobre el particular. Este se cumple precisamente el próximo domingo, pero es evidente que la cuestión del dique flotante, como ya han avanzado reiteradamente diferentes responsables del Gobierno central, no es cuestión prioritaria. Lo prueba el hecho de que en la tarde del pasado día 28, cuando por la mañana se había respaldado en Santiago tal iniciativa, el PP no dise en la Cámara Baja el mismo apoyo a tal petición, aunque sí a otras sobre el Naval. A lo largo de los últimos treinta años, la verdadera cuestión de fondo de los astilleros públicos españoles ha sido materia política reservada. Reservada porque, pese a las críticas o lecturas que tan diferente criterio de opinión genere –según en dónde se ubica la discusión– una misma cuestión, es más que evidente que el problema de la subactividad naval en este país persiste, al menos de forma cíclica, pese a las innumerables propuestas realizadas y al incontable número de iniciativas abordadas a lo largo de todo este tiempo. La cuestión naval española, que ya por el simple hecho de considerar su carácter estratégico debería haber jugado otro papel muy diferente en Europa, parece estar más en el camino de ver rebajado este calificativo al de simple “objeto”. En treinta años se han abandonado aspectos, tanto desde el ámbito político como social, tan necesarios en una comarca como la de Ferrol como lo era la construcción civil –materia que sin embargo se prometía retomar de nuevo en Bruselas, según el acuerdo aprobado el miércoles en Madrid–, de forma que la supervivencia del grupo quedase constreñida por el simple paso del tiempo, con respaldos o no, pero sobre todo, bajo la responsabilidad tanto del PSOE como del PP –que son los únicos partidos que han gobernado este país–, a una mera cuestión de supervivencia. La acción política pero sobre todo el excesivo paso del tiempo, qué duda cabe, han tenido sus frutos también en el ámbito social, en que son cuestiones prioritarias las más cercanas y se opta por las astillas en vez de por el tronco. Falta saber si, como se está más que acostumbrado en este país, las decisiones superan el estado de la inventiva o la mera declaración política y no vuelven a caer en simples conversaciones de pasillo en Bruselas. Puestos a elegir, tal vez, por una vez, nos fijemos en el tronco.

EL OBJETO NAVAL

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