ANCIANOS

Triste, muy triste, es la noticia que han ofrecido los expertos: más de medio millón de ancianos españoles están mal alimentados. El 20 % de los que viven solos o en residencias está desnutrido. Dichos expertos matizan que la mala alimentación incide en mayor medida en aquellos mayores de 65 años que viven solos o que están institucionalizados –en residencias o en hospitales–.

Se calcula que de los ocho millones de ancianos que viven en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística, aproximadamente uno de cada cinco –un millón seiscientos mil– vive solo. De ellos, cerca de un 20% ingiere menos de mil kilocalorías diarias, cuando la cantidad recomendada para un anciano sano es de entre 2.100 y 2.500, según un estudio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

La crisis económica, la soledad, los problemas de salud, la falta de apetito o la pereza para cocinar para uno solo son factores que elevan el riesgo de desnutrición en este grupo poblacional. Pero esta carencia también la sufren los ancianos que están internados en algunas residencias u hospitales. El 15,8% de los mayores institucionalizados sufre desnutrición. Además, el 45,2% de estas personas está en riesgo de padecer algún grado de desnutrición.

En resumidas cuentas, unos 559.000 ancianos –el 7% de la población geriátrica– tienen una alimentación deficiente. Los médicos especialistas señalan la importancia de detectar las señales que alertan de que un anciano está en riesgo de desnutrición para poder intervenir y mejorar su calidad de vida.

La mayoría quiere estar en su casa, por lo que es necesario cierto rango de seguridad y un buen apoyo de todo el desarrollo sociosanitario, especialmente ante problemas de salud, demencias o aislamiento. Hay también que potenciar otras opciones como las ayudas a domicilio, con cuidadores que puedan cocinar para los ancianos, el transporte de comidas a las viviendas donde viven mayores solos, así como el traslado de estas personas a centros de día.

Así se consigue que la persona se mantenga en su casa, pero que pueda alimentarse adecuadamente, en un entorno más especializado. Los ancianos deben realizar cinco comidas al día, elaboradas con técnicas de cocinado que favorezca su masticación y con una buena presentación que las haga más apetecibles.

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