Los presupuestos del desengaño

Cada año, cuando las Administraciones públicas “dan a luz” los presupuestos generales, en todo el país los medios de comunicación revisan ansiosos que “trozo de tarta” se lleva su ciudad.

Es la hora de saber cuantas promesas políticas se cumplen y cuantas, un año más, se quedan en el mitin.

Siempre, estas cuentas, me han llamado la atención al ver el diferente trato dado a unos y a otros.

Algunas ciudades, se forman o consolidan por decisiones políticas. Tenemos ejemplos como el de la nuestra, elegida como base naval dadas sus condiciones o la capitalidad autonómica establecida Santiago.

Situar el centro político de Galicia en Santiago le ha supuesto un suculento incremento de población, infraestructuras, relevancia, congresos y asentamiento de empresas o sedes regionales. Además ingresa millones de euros en concepto de “gastos por la capitalidad”. Este año concretamente 2,3.

En Ferrol, las instalaciones industriales del Estado, que repito, han sido el germen del crecimiento, suponen la ocupación de un 20% de su suelo urbano, pero -en este caso- no solo se pierden ingresos por no cobrar los correspondientes impuestos, el I.B.I. incluido, sino que además no se percibe compensación alguna por esta causa.

Normalmente en el capítulo de inversiones territoriales, se contemplan cantidades dedicadas a creación de servicios como nuevas oficinas estatales o infraestructuras: ampliación de circunvalaciones, túneles para mejorar el trafico urbano, nuevos aeropuertos, estaciones intermodales, etc.

Hablando de nuestra ciudad, me llama la atención que, sistemáticamente, se contemple la construcción de buques militares como inversión en la misma.

Evidentemente es una gran noticia, más si cabe, cuando empieza “el corte de chapa”. Pero entiendo que este concepto debería ser asignado a otros estamentos. El surtir a nuestras Fuerzas Armadas de los medios necesarios para que cumplan su función es un interés, no solo ferrolano, es de toda España, por lo que esta imputación debería asignarse, a un Ministerio.

Si a los números de este año, restamos esa cantidad, veremos que nos quedamos atrás a la hora de recibir nuestro “trozo de tarta”

Estos presupuestos, nos vuelven a demostrar que estamos a la cola y se olvidan las promesas. Una importante para nuestro futuro, como es apostar por el definitivo impulso a la reconversión de Navantia en el astillero 4.0 y el imprescindible dique seco para construcciones, sigue sin ver la luz. Las razones son muchas y cuestión de otro artículo. Entre tanto habrá que seguir creyendo en las palabras de nuestros políticos.

 

Los presupuestos del desengaño

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