No corren buenos tiempos para el Deportivo. Esto es una realidad palpable después del partido que los coruñeses disputaron en Los Cármenes frente al Granada, un rival que ofreció una imagen penosa y que se postula como un claro candidato al descenso de categoría. Una circunstancia que no supo aprovechar un Deportivo con muchas carencias, especialmente en la primera mitad de ese choque, que resultó un auténtico tostón.
Pocas veces los coruñeses se encontrarán con un rival que ofrezca tantas facilidades para sumar un triunfo como visitante que todavía sigue pendiente transcurridas ya once jornadas y que mañana reciben en Riazor la visita del Sevilla. El punto sumado gracias al gol de Andone, el primero que anota en la competición, es lo más positivo de ese choque en un proceso de recuperación que todos deseamos, sin olvidarnos del tanto anulado injustamente a Babel, que podría suponer tres puntos importantísimos. Pero el colegiado Undiano Mallenco no lo consideró legal y nos venimos para casa con un punto que tenía sabor a derrota.
Pero existe otro terremoto que no pasa desapercibido. Y quiero referirme a las declaraciones de Luisinho contra el que fuera su técnico en la pasada campaña, Víctor Sánchez, y su actual club, el Betis, al puntualizar que “con Víctor el Betis luchará por no bajar” ¿Es que el Deportivo pelea por metas más importantes? Aquí nos estamos volviendo todos locos. El defensa deportivista estuvo muy desafortunado. Abrir otra vez la caja de Pandora para recordar los tristes sucesos de la pasada campaña, que de milagro no nos llevaron a Segunda, está fuera de lugar. Volver a insinuar sus diferencias con Víctor le descalifica como profesional. Aquello ya pasó. Recordarlo ahora es un error, lo que hace suponer que el portugués está mal aconsejado.
Víctor, no hay que obviarlo, también en su momento, narró su versión de lo sucedido y tampoco, lógico, colocó en buen lugar al futbolista, al cual su fama de conflictivo y carácter agresivo le seguirá persiguiendo, sobre todo si él no pone de su parte. No sé a qué viene meterse ahora en semejante jardín que no beneficia ni a él, ni al club ni tampoco a sus propios compañeros en un momento delicado de la competición en la que los resultados no están acompañando y en el que el club, la plantilla y, supongo que el técnico, lo que quieren es tranquilidad para luchar por un futuro más alegre y positivo donde no entran, ni de coña, este tipo de reproches que a nada bueno conducen.