Andan Papá Noel y los Reyes Magos en un sinvivir con las cartas de los niños españoles. Resulta que los ilusionados chavales escriben con su mejor caligrafía la lista de aquellos juguetes que se mueren por tener –durante quince minutos, hasta que se aburran– y luego sus padres se las enmiendan sin que ellos lo sepan. La razón es que mientras los pequeños, como buenos infantes, quieren figuras de acción de superhéroes –a nadie se le ocurra llamarles muñecos–, bebés llorones y muñecas con afición por el maquillaje, los responsables progenitores quieren para sus retoños juguetes educativos. Solución: uno de cada.