EL dueño de una finca de 15.000 metros cuadrados pertenece a la categoría de los terratenientes, por lo tanto, es malo; incluso en algún caso, perverso. Ya se sabe, eso de la propiedad privada... eso de establecer normas para defenderla... no es más que una forma de perjudicar al pobre, de impedirle que cumpla sus sueños de salir adelante. El mejor ejemplo está en Mallorca, donde uno de esos terratenientes, casualmente dueño de una finca de 15.000 metros cuadrados, quiere expulsar de ella a los benditos okupas que la colonizaron y montaron en ella una chatarrería. Menos mal que tienen coraje y se resisten a que se trunque su sueño de ser emprendedores y ya han denunciado al señorito por amenazarles de muerte si no dejan el inmueble. Él lo niega y asegura que se trata de una maniobra para retrasar la expulsión, pero casi habría que desconfiar de él, ¿no?