NAVANTIA, INJUSTIFICABLE

La indignación con la que ayer se recibió en Ferrol, tanto en el ámbito sindical como político, la pretensión de Navantia de trasladar la construcción de ocho bloques del flotel de Pemex a los astilleros del sur es un calificativo que se queda escaso para describir lo que, en lenguaje vulgar, se puede definir como toda una tomadura de pelo. No solo esta intención vulnera los compromisos adquiridos por el Gobierno central y autonómico con los astilleros de la ría, sino que además se escapa a la tan necesaria sensatez como demanda una comarca que vive una galopante tasa de desempleo cuya raíz se halla precisamente en el sector naval. Es además todo un despropósito argumentar que la factoría local puede incumplir los plazos de entrega cuando la subactividad en nuevas construcciones ronda el 60 por ciento en la plantilla principal de la factoría. Y es también injustificable que Navantia trate de paliar el grave estado de desocupación que viven todos sus centros a través de un reparto de carga de trabajo que vulnera principios básicos de la productividad y la propia contención económica, a las que constantemente alude para justificar su incapacidad para conseguir la necesaria carga de trabajo que garantice una salida a la crisis del sector. Decisiones como esta son las que alientan precisamente la falta de credibilidad, especialmente hacia el partido gobernante, que recurre con asiduidad e insistencia a glosar los logros de su gestión frente a los del anterior Ejecutivo. No son ya suficientes las declaraciones políticas de quienes, teniendo en sus manos el futuro de toda una comarca, centran en Navantia toda la responsabilidad. Son las instancias superiores las que tienen la capacidad, y la obligación, de corregir el continuo desatino que, sin pausa, pese a los nuevos contratos, no hace más que confirmar y acrecentar el desánimo y la de-sesperación. Las manifestaciones, las protestas en general, cobran fuelle si lo que se pretende es insultar la inteligencia de todos y cada uno de los vecinos de una comarca que padece como pocas en este país. Negar a las factorías locales, aunque sea de forma limitada, lo poco de lo que disponen, no solo es injusto sino que atenta contra los escasos restos de confianza que todavía se permitía el lujo de administrar. Sobran ya las declaraciones políticas y lo que se impone es la acción de quienes, teniendo capacidad de ejercerla, no lo hacen.

NAVANTIA, INJUSTIFICABLE

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