JOSÉ Blanco, el político que en Galicia hizo carrera como Blanquito y en Madrid como Pepiño, vive un retiro dorado en el Parlamento Europeo. Su pacífica existencia solo se altera cuando vuelve a casa para las fiestas del pueblo, como hacían antes los emigrantes. Entonces concede alguna entrevista y le larga un par de labazadas al PP para dar cuenta de que sigue vivo. Como tiene buen olfato, ha cheirado que se le venían encima unos palos a cuenta de la subida del peaje de la AP-9 y se ha apurado a avisar de que solo asume el 1% del incremento, ya que el otro 3% corresponde a los gobiernos populares. Eso se llama tener cintura. Lo que daría cualquiera de los toreros a los que el exministro idolatra por saber moverse con tanta soltura en el ruedo. A ver si aún va a hacer carrera vestido de luces.