Aburrimiento y sopor

Si lo que está en juego no fuese el ejercicio presupuestario del Concello de Ferrol, cuyo documento continúa a la espera de ser presentado a los grupos municipales, podríamos pensar que el delirio es consecuencia del sopor del verano y, en buena parte, de las vacaciones de los funcionarios. El alcalde, Jorge Suárez, alega por enésima vez –la cuenta se pierde y entra en el terreno de la fábula– cuestiones técnicas que alimentan –ya la intemerata de veces– tamaña insolvencia. Habrá que esperar, aunque no se sabe si a “los próximos días” o a que el funcionariado municipal, en su mayor parte a escasas jornadas de entrar en el inhábil mes administrativo de este país, termine por concretar el capítulo de ingresos, dice él. Aquí el sopor se confunde con el aburrimiento o, si acaso, lo intensifica. Como también lo hace la falta de credibilidad, sin rubor perceptible –como sucede con su socio de gobierno–, que arrobaría al más ingenuo. Ya lo dice el cuento: tantas veces alertó del lobo, que a Pedro no le creyeron cuando aquél llegó.

Aburrimiento y sopor

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