LOS Esquerra Republicana de Catalunya serán más catalanes que la Moreneta, la Sagrada Familia y el Camp Nou juntos, pero saben tan bien como los espanhois que tener un rufián cerca –¿quien no cuenta entre sus amigos con un crápula?– es muy importante. Si, además, ese rufián se apellida así, mejor que mejor. Y ya no te cuento si aun encima desempeña ese papel en el Congreso. Gabriel Rufián es, por lo tanto, más que útil a ERC; ahora bien, su condición de charnego y castellanohablante juega en su contra. Quizá él no lo sepa, pero en cuanto sea más un problema que una solución acabará yéndose por el sumidero.