Me gustaría saber que pasa por la mente de muchos políticos que intentan sentarse en un trono, en forma de poltrona, que no les corresponde pese a que sigan armando mucho ruido, pero dando muy pocas nueces, tal y como se dice en el refranero más popular que es el que va de boca en boca.
Me gustaría saber cómo esas mismas mentes, complacientes con el sistema en muchos momentos, han sabido inducir a otras para que se hagan cosas que, a sabiendas, no se pueden hacer y que van en contra de nuestro marco Constitucional.
Me gustaría saber cómo se puede conjugar el desprecio por las tradiciones, utilizando para ello afirmaciones bastante alejadas de la realidad, que ahora disponen de nueva simbología, la bandera del poder y el mando, que bien se encargaron de no hacer públicas antes de que el pueblo emitirá sus votos en las urnas
Vivimos una situación complicada. Son momentos en los que el gesto, la foto o la sonrisa más que cínica, es más importante que los programas, propuestas y actuaciones que puedan resolver las dificultades por las que pasan muchos cientos de miles de personas. Estos últimos días mis alforjas de periodista se están llenando de una serie de desprecios por parte de algunos políticos marcados con el nuevo cuño, que despertaron expectativas de cambio y que cuando comenzamos el caminar por el primer trimestre desde que fueron elegidos lo único que les preocupa es ver quien hace el mayor de los desprecios que llegue hasta lo más hondo de los corazones y sentimientos de los que les votaron. Creo que el tema no merece perder un segundo más en enumerar las múltiples actuaciones que llenaron informativos y espacios en los periódicos. Podemos doblar el mapa por donde queramos que siempre nos encontramos con uno de estos casos…
De todos modos no puedo sustraerme de las continuadas ausencias, omisiones o abandonos protagonizados por el alcalde de mi ciudad de adopción, Santiago, donde vivo y trabajo desde hace casi medio siglo. Con pocas horas de diferencia Martiño Noriega dijo no a la entrega de las medallas de la Comunidad Autónoma y a participar en los actos de la Ofrenda Nacional. De la primera de las ausencias no voy a hablar. Si de la segunda. Creo que el acto celebrado en la Catedral es institucional se mire por donde se mire. De no ser así me hago una pregunta: ¿por qué los periodistas teníamos que acreditarnos ante el departamento de prensa del Ayuntamiento de Santiago…?
Y termino señalando que va siendo hora de que se apague el fuego separatista que siguen atizando grupos catalanistas. En eso de apagar fuegos los gallegos, por desgracia, somos especialistas. Nuestras mejores hectáreas de montes sufren sus consecuencias todos los años. Y no olvidemos que el presidente del Gobierno de España es gallego y como tal tiene que comenzar a sofocar el incendio si no quiere que las llamas lleguen a donde no deben ni pueden hacerlo, ya que luego las consecuencias las pagaremos todos los españoles. Las leyes están para ser cumplidas, y es obligación del político que dirige el país hacer que se cumplan.