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Seguramente, relacionando el asunto con el veto ruso a nuestras frutas, el señor Pons, que prometió tres millones de votos para el mismo día en que Rajoy llegara a Moncloa, explicó que “el nuevo secretario general del PSOE era un melón sin catar…”
Magnífica frase, dicha desde la experiencia del político valenciano que pertenece a un partido “ya calado” por el señor juez que les acusa de usar dinero negro para obras en sus sedes y al que Europa investiga las cuentas de la comunidad valenciana dirigida por el PP con el curita de los trajes en compañía de Cotino,  el de las construcciones,  y otros personajes tan conocidos en aquella tierra de las flores y el amor; de los lios con Calatrava, los aeropuertos fantasmas y los alcaldes populares  haciendo cola ante los juzgados…
Son las penúltimas noticias que se agolpan delante del ciudadano a través de la tele, la radio o en “los papeles”. Pero, reflexionemos, la última noticia nos llega a través del CIS que en una de sus estadísticas  cuenta que, en los últimos tiempos, de cada cuatro negocios abiertos, uno es un bar. Lógico, me contaron en la peña, hay que beber para olvidar, aunque acabemos ahogados… Y ahí están los del pelotón (los futboleros) que deben más pasta a doña Hacienda que el señor Pujol y que uno de sus representantes, el presi del Atlético, despacha con un “no es para tanto. Es como si hubiéramos matado a Manolete”.
Así es el mundo del balón, un juego donde se usan más los pies que la cabeza, donde el jefe de la Liga le hace un corte de mangas a un juez y no le mandan a la Guardia Civil…
Nos cuentan, también, que as autonomías le hacen “un corte de mangas” al gobierno central y frenan la ley que les obligan a asumir servicios municipales, mientras otras comunidades blindan sus competencias y aluden aplicar la reforma local, mientras el Constitucional admitió nueve recursos contra la norma estatal impulsada por el gobierno Rajoy, en pleno agosto, y entre visitas a la ermita….
Y, por si no ganan las elecciones ganar el cielo, el señor Feijóo repartirá otra vez una pastizarra entre los piadosos colegios del Opus que, por cierto, no devolvieron las “esmolas” de pasados años.
Recuerden: de cada cuatro negocios, uno es un bar. Y hay que olvidar, oiga.

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