LOS conversos tienen fama de ser tipos peligrosos. Uno piensa en Josep Lluís Trapero, cuyo padre emigró de Valladolid a Santa
Coloma, donde se deslomó trabajando de taxista para darle una carrera a su hijo –otra cosa es que la haya aprovechado– y se reafirma en esa teoría. El exmayor de la Policía Autonómica de Cataluña, se ganó el apodo de “padre de los mossos amorosos” después de que ordenase a los agentes que mantuviesen una absoluta complacencia con el independentismo. La orden le generó posteriormente un lío judicial, que aún continúa, pero ese es otro asunto. De lo que ahora se trata es de que la Asociación Vidal Lecha y el Centro de Lectura de Reus, dos entidades culturales de la ciudad tarraconense, le acaban de conceder un premio de 8.000 euros como icono del pacifismo. Ahora vendrá Hacienda, se llevará la parte del dinero que le corresponda y ya la tenemos montada otra vez con la cantinela de que España nos roba.