SOBRE GIBRALTAR

Parece ser que los últimos hombres de Neanderthal, esos primos hermanos nuestros, los autollamados homo sapiens, tuvieron su último hogar en las cuevas de Gibraltar, hace ahora 40.000 años más o menos.
Desde entonces ese pequeño trozo de tierra a estado habitado por distintos humanos, que ya dentro de la historia formaron parte de distintas culturas, distintos pueblos, distintos poderes.
Desde los iberos hasta nuestros días fueron varios los que se enseñorearon de esa roca que los fenicios consideraron una de las columnas de Hércules y que señalaban el fin del Mediterráneo. El Peñón fue romano unos cuatro siglos, godo durante tres, árabe más de siete siglos y español, lo que se dice perteneciente a la España que ahora conocemos, solo desde el siglo XV, hasta que los ingleses la conquistaron hace ahora trescientos años durante la guerra de Sucesión española. Gibraltar perteneció a España poco más de dos siglos, menos que a Roma, menos que a los godos, mucho menos tiempo que a los árabes y menos también que a los ingleses a los que pertenece desde hace trescientos años.
Es verdad que ese trozo de tierra, española para algunos europeos pero inglesa para muchos otros tan europeos como nosotros, se hizo inglesa por la fuerza de las armas, el derecho de conquista, de la misma forma que España se hizo propietaria de otras tierras, pongamos por ejemplo las Islas Baleares.
También es verdad que en aquella guerra de sucesión, una verdadera guerra civil en que potencias extranjeras tomaron parte activa, los ingleses que apoyaban al pretendiente austriaco en contra del francés (Felipe V) tomaron el Peñón no en nombre del pretendiente  Carlos si no en nombre del Reino Unido.
Durante la segunda guerra mundial gran parte de la población gibraltareña salió de Gibraltar; pero el peñón no solo no quedo deshabitado sino que un ejército ingles de 30.000 hombres ocupo el Peñón en previsión de un ataque alemán  quizás apoyado por el ejército de Franco. Desde entonces, también anteriormente, Gibraltar ha sido y es una base estratégica inglesa; mejor digamos anglo-americana.
Si uno pasea por Gibraltar y tiene la suerte de hablar con sus habitantes, muchos de ellos de ascendencia española y que hablan un español con un fuerte acento andaluz, comprobara que todos ellos quieren seguir perteneciendo al Reino Unido; no quieren integrarse a España. Se consideran ingleses, unos ingleses un poco especiales que gustan de los boquerones y de la siesta, pero que no son menos ingleses que si viviesen en la orilla norte del Támesis entre la Catedral de San Pablo y la Torre de Londres, en el mismo corazón de Londres.
Dicho todo esto, ni España, ni Europa pueden permitir que ese trozo de la península sea un centro de contrabando, un paraíso fiscal y quizás un “zoco” de tráfico de armas.
Tampoco ni España ni Europa pueden permitir que el Peñón sea motivo de pelea, ni siquiera metafóricamente hablando, de dos grandes países como lo son España y Gran Bretaña,  en un momento en que tan necesario es el buen entendimiento entre las naciones europeas. Pero tampoco una nación como España puede permitir que el gobierno de Gibraltar haga lo que quiera en las aguas de soberanía española. No es solo el hecho de que los pescadores españoles tienen todo el derecho a pescar en esas aguas que son de España y en las que desde siempre han pescado los marineros de la zona.  No solo es un problema económico. Es que España como nación soberana que es se debe hacer respetar como nación y ejercer su soberanía en ese trozo de ella misma que son hoy en día las aguas de la discordia.
Estoy convencido que estos problemas de vecindad, se pueden y se van a resolver después de tiras y aflojas y de representaciones más o menos para la galería como lo fue el hecho de que en estos días barcos de guerra ingleses hayan atracado en el puerto de Gibraltar.
España y Reino Unido tienen intereses comunes. Las relaciones entre ambos pasan por un magnifico momento. Miles de españoles trabajan y viven en Inglaterra y miles de ingleses nos visitan todos los años y son una fuente riquísima para nuestro turismo. No debemos tener ningún contencioso con ellos. Hasta desde  el punto de vista de la defensa, no es malo que Gibraltar sea una de las bases más importantes del Reino Unido. Su situación es estratégica para la defensa de Occidente.
Por eso solo cabe un camino inteligente a la vez que práctico y honorable para ambos países: un acuerdo que beneficie a las dos naciones manteniendo  la soberanía de España sobre sus aguas, a la vez que vecinos del campo de Gibraltar, españoles trabajadores en Inglaterra, ingleses que nos visitan y Europa salgan todos ellos beneficiados. Gibraltar no tiene por qué ser un problema.

 

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