Sanidad digital

No existen inventos intrínsecamente buenos o malos. Todo al final se reduce al uso que se les de. En buenas manos, el avance de la ciencia nos permite vivir en un mundo mejor, más sencillo, más cómodo, más seguro. Pero cuando su uso se pervierte puede ser terrible. Es una dicotomía que se puede aplicar a casi cualquier progreso. Hacer un buen uso de la investigación es algo que nos corresponde a todos, como parte de la sociedad.
Internet no es ajeno a este dilema. El progreso de la red de redes, junto con el desarrollo exponencial de las redes sociales, ha sido el gran cambio de los últimos años. Parece que fue hace siglos cuando se puso en marcha, pero apenas han pasado unos cuantos años. Sin ir más lejos no hay más que mirar a los smartphones, que parece que estén aquí desde siempre pero el primer iphone es del 2007. Antes de ayer como quien dice. Y parece que todo esto no ha hecho más que comenzar, con el nacimiento ahora del internet de las cosas.
Sin embargo, la cantidad de información que hay en Internet y la falta de filtros puede terminar infoxicando. Y la salud no ha sido una excepción. Los médicos han visto surgir un poderoso contrincante, el Dr. Google. Los pacientes llegan ahora a la consulta con su propio diagnóstico, después de un par de rápidas búsquedas, y pueden llegar a mostrarse terriblemente contrariados si el médico no coincide.
Pero también hay una vertiente muy positiva. La Sociedad Americana de Oncología Clínica de Chicago puso en marcha un ensayo clínico para comprobar el potencial de las nuevas aplicaciones en la ayuda del tratamiento de un terrible enfermedad como es el cáncer de pulmón. Cada semana, un paciente o alguien cercano debía informar sobre 12 síntomas. Un algoritmo procesaba la información y permitía detectar quien sufría una recaída. El estudio contó con 121 pacientes y el resultado fue que la mediana de supervivencia pasó de 12 a 19 meses en los que usaban la aplicación. También se produjo entre estos una reducción de la mortalidad el primer año del 66%.
Como esta existen muchas otras iniciativas destinadas a aprovechar el potencial que nos ofrece la red de redes y la interconectividad en el campo de la salud. Proyectos destinados a favorecer por ejemplo la relación entre personas infectadas de VIH o ayudar a personas con trastornos crónicos. De nosotros al final depende si queremos ver las luces o las sombras.

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