Calcinar a Feijóo

Han quemado Galicia. Unos terroristas organizados han prendido fuego a Galicia y con ello han quemado también el corazón de los gallegos de bien. Miles de hectáreas convertidas en ceniza, miles de vidas truncadas y condenadas a la pobreza, miles de animales abrasados y cuatro seres humanos es el botín de los desalmados, a los que la justicia debe encerrar muchos años para purgar su delito.

La Galicia rural y la urbana se echaron al monte con “caldeiros” de agua para luchar contra la bestia; bomberos, brigadistas y meritorios unieron sus fuerzas en un gesto de valentía que revela el sentimiento por nuestra tierra. La noche del domingo se nublaba de humo y se iluminaba de naranja mientras un olor a leña quemada daba muestra de lo que estaba pasando. Galicia reaccionó más allá de las lágrimas y el coraje de miles de gallegos plantó cara a las llamas para vencerlas desde la humildad y el pundonor, desde el coraje y el compromiso.

Esa Galicia invencible e inasequible a la adversidad demostró, otra vez, que nos pueden atacar, pero no vencer. Y mientras estos sentimientos recorrían parroquias y lugares recónditos, aparecieron los de siempre, los pescadores de río revuelto que están instalados en la parte del problema porque es donde les gusta vivir, siempre en el lado del mal, siempre donde puedan causar daño para sembrar rencores y recoger votos.

Apenas los terroristas habían encendido la primera cerilla y la habían arrojado al monte, algunos jugaban ya a la política del más bajo perfil para desacreditar a su adversario. Los mismos del Nunca Máis que manipularon a su antojo sanos sentimientos de un pueblo asolado por el chapapote, intentaban reproducir con malas artes aquel movimiento utilizado por los nacionalistas y sus acólitos para intentar calcinar también a Feijóo. Desde el minuto uno pusieron en marcha en las redes su maquinaria de propaganda.

Ni una palabra de perseguir a los pirómanos, solo les preocupaba la dimisión del presidente. Dicen que si alguien te engaña una vez, la culpa es de quien te engaña, pero si te engañan dos veces, la culpa es tuya. Y es verdad, las convocatorias que se anunciaron como “lumes nunca máis” tuvieron poca audiencia. En esas citas se escucharon gritos de dimisión de Feijoo, pero sobre los incendiarios, ni una palabra. Claro que habrá que buscar en qué se pudo fallar, cómo operó el plan de contingencias, qué información tienen los ciudadanos de cómo reaccionar ante el fuego y si hubo responsabilidades y donde están. Pero cuando las llamas arrecian, lo que toca es sumar para luchar contra el fuego, asistir a los perjudicados y trabajar solidariamente para acabar con el desastre.

Las prisas de los malos políticos por aprovecharse de la situación los retrató y la gente se apartó de aquellos que los querían volver a engañar tras las banderas de Galicia con la estrella roja y proclamas tan incendiarias que no les hacía merecedores de crédito. Galicia lleva muchos años ardiendo. Ahí está el problema, parece mejor discutir, pelear y pescar votos que unirse para buscar soluciones. Qué lástima que tanta fuerza natural se pierda en debates que solo atienden a intereses inconfesables de los que mueven los hilos desde las redes sociales o desde los despachos.

Calcinar a Feijóo

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