Resulta espeluznante pensar que es una gran noticia que ayer en España “solo” hayan muerto 674 personas a consecuencia del coronavirus. Este es el preocupante lugar al que nos ha llevado esta pandemia con la que nos estamos acostumbrando a vivir y morir. Y, pese a todo, pese al dolor de esas 674 familias que muy probablemente jamás podrán cubrir el hueco que el virus les ha dejado en sus vidas, pese a ello, efectivamente se trata de una buena noticia. Porque, al final, cualquier descenso en el número de víctimas, cualquier rebaja en los índices de contagiados, cualquier repunte en las cifras de altas, cualquiera de estas cosas, nos lleva un poco más cerca del final de esta lucha sin cuartel contra la enfermedad. Eso sí, es necesario mantener la prudencia. Todavía quedan muchos días negros, todavía queda mucho dolor y muchas lágrimas que derramar por los que nos dejarán. Pero, al menos, sabemos que vamos por el buen camino, que tanto sacrificio, personal y colectivo, está dando sus frutos y lo que, a lo mejor, no comprendimos en un primer momento, ahora vemos que es efectivo.