La injustificable venta de Novagalicia Banco

Es natural que el Gobierno quiera recuperar la mayor parte del dinero que ha tenido que inyectar en Novagalicia Banco para evitar su quiebra. Solo podía ser de esa manera si se tiene en cuenta que cada uno de esos casi nueve mil millones de euros son de todos y cada uno de los españolitos, que las siguen pasando canutas para llegar a final de mes.
Partiendo de esta base, lo que soprende de la próxima venta de la entidad, es que el Ejecutivo, tan pendiente del céntimo a la hora de, por ejemplo, subir el IVA se contente con perder alrededor de 8.000 millones de euros, una cantidad que da de sobra para abrir unos cuantos hospitales y escuelas.
Es decir, que la operación dejará un agujero en las arcas del Estado casi de la misma dimensión del socabón que provocó el pago de las millonarias jubilaciones de sus ex altos cargos. Y es precisamente por lo desproporcionado de la pérdida por lo que cuesta comprender la prisa que le ha entrado a De Guindos para liquidar la entidad. Una premura que, por cierto, no demuestra para deshacerse de Bankia, cuyo coste para el Estado es bastante superior al de la entidad gallega.
La cuestión es que, desde la entrada de Castellano y González Bueno y con ellos su plan de racionalización de la entidad, el negro ha terminado por volver a sus cuentas. Incluso, Novagalicia reintegró parte de lo recibido adelantándose a los plazos fijados, lo que demuestra que las cosas se están haciendo razonablemente bien.
Es cierto que la entidad no está como para tirar foguetes y que son muchos los trabajadores despedidos, mucho el daño sufrido por el timo de las preferentes (que los nuevos gestores han heredado y que Bruselas impide liquidar por la vía rápida al negarse a que se le devuelva el dinero a todos los afectados) y mucha, muchísima la deuda acumulada.
Pero también es verdad que, según más de un analista, el trabajo que se realiza está llevando a Novagalicia de nuevo a la buena senda. Así pues, lo que alguien tendrá que explicar son los motivos por los que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y el Gobierno están empeñados en liquidar a precio de saldo una entidad que, dentro de unos meses, valdrá mucho más de lo que ahora pueden obtener por ella.
Bruselas obliga a devolver al mercado los bancos nacionalizados, pero el plazo fijado por la Comisión Europea para su venta solo dice que esta tiene que estar realizada antes del 31 de diciembre de 2016. Es decir que todavía hay un plazo de tres años para sanear más en profundidad la entidad y, cuando toque, venderla por mucho más de lo que se pagará ahora.
Lo curioso es que el FROB y el Gobierno callan y parecen decididos a regalar a precio de ganga algo así como el cuarenta por ciento del ahorro de los gallegos.

La injustificable venta de Novagalicia Banco

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