Lo sabemos casi todo de las estrategias de Madrid contra el independentismo catalán: por encima de la mesa, se apela a la Constitución, se echa mano del Constitucional y se reduce el debate político a un asunto de legalidad, mientras que por debajo de la mesa se juega a ver qué da de sí la llamada policía política y se buscan las contradicciones entre los adversarios. Y mientras, se aguardan resultados judiciales. En palabras del periodista José Antonio Zarzalejos, el Gobierno se propone introducir tantas contradicciones como sean posibles entre los diferentes líderes del secesionismo catalán. Para el historiador Joan B. Culla i Clará, el propósito es conseguir que las franjas más centristas del independentismo se digan: si la independencia ha de ser en beneficio de Oriol Junqueras, de ERC, de las izquierdas, nosotras nos vamos a casa. ¿Bastará con explotar las contradicciones políticas, salpicadas con ciertas jugadas policiales y mediáticas?
Probablemente algunas de las buenas y malas prácticas de Rajoy están dando resultados, pero la pregunta sigue en pie: ¿basta con jugar a la contra? ¿O habrá que dar pasos adelante? El Gobierno no tiene un mensaje en positivo para los catalanes; léase tanto los independentistas como los que se sienten españoles y quieren que su comunidad autónoma siga perteneciendo a España.
El PP sabe que solo desde la izquierda catalanista e independentista no podrán sacar adelante un nuevo Estado, ya que para algo así se precisaría el apoyo de la burguesía. En ese análisis se basa llevarse por delante al convergente Mas, para mayor gloria del republicano Junqueras. Simplificando las cosas, tendríamos que ERC y las CUP no serían suficientes para ganar con mayoría absoluta unas elecciones o una hipotética consulta. La Cataluña bienpensante, la Cataluña burguesa, se lo pensaría dos veces.
Dejando a un lado las malas prácticas, no le falta cierta inteligencia a la estrategia política del PP. Lo que sí le falta es un juego seductor. En definitiva, una tercera vía capaz de engendrar la futura centralidad política de Cataluña, durante tanto tiempo basada en lo que hoy se llama PDECat –antes CDC– y el PSC. Como sugiere el periodista Enric Juliana, hay que poner en valor la importancia de los matices para tratar de comprender la situación política catalana. No vale la brocha gorda.