SERGIO Leone decidió que la muerte tenía un precio y rodó un peliculón –“Obra maestra absoluta”, sentenciaría Pumares–. Los árbitros decidieron que su honor tenía un precio y pidieron una multa para Tino, cuyo importe, si en el Comité de Competición no tolean –que todo es posible– ascenderá a 1.500 euros. Por ese dinero dan ganas de pedir el platillo a los gitanos de la cabra o las huchas del Domund a la parroquia donde estén almacenadas y hacer una cuestación en el estadio. Seguro que se recauda mucho más de esos 1.500 euros y el presidente se puede despachar a gusto cada vez que un colegiado chulee al Deportivo, que, por cierto, esta temporada aún no se cruzó con Fernández Borbalán...