Dicen los expertos que, el hecho de dejar de hacer cosas porque estas nos ocasionen estrés, es la mejor de las estrategias para fracasar; entendiendo por fracaso una forma de no oponer resistencia a la vida, de conformarnos, de resignarnos y de dejarnos llevar por el devenir de los acontecimientos-buenos y malos- que esta nos va planteando sin piedad.
La mediocridad con la que todos venimos de serie, en la edad adulta, suele transformarse en un conformismo disfrazado de domingos. Está estudiado que, si nos rebelamos contra esta corriente generalizada que únicamente busca el aposentamiento y la comodidad propios, vamos a tener que asumir ciertos riesgos que harán que lo pasemos mal en más de una ocasión.
A nivel psicológico, la ansiedad y el estrés son el precio a pagar en el intento por luchar contra los elementos al tratar de lograr las metas que cada ser humano dispuesto a pelear, ya sea por necesidad o por deseo de cambiar la realidad, se proponga a lo largo de su existencia.
La osadía, de la que no todo el mundo goza, es una gran aliada del progreso. Quedarnos esperando a que la vida nos regale o nos quite, es algo parecido a estar muerto en ilusiones. Leyendo biografías de seres excepcionales que, para mal o para bien, han dejado una huella imborrable en la humanidad, siempre encontramos un mismo denominador común en todos ellos: resistencia y resiliencia.
Para los que lo desconozcan, el segundo término anteriormente mencionado se define en psicología como la capacidad que tienen ciertas personas para crecerse ante la mayor adversidad superando con éxito las circunstancias más traumáticas. Se trata de una cuestión de carácter. No se aprende en ninguna universidad y no se puede comprar. Es una cualidad que solo unos pocos tienen y que va estrechamente unida al éxito.
A grandes rasgos, se trata de hacer del sufrimiento una virtud. Los seres de esta índole salen siempre, a medio plazo, fortalecidos de los traumas vividos y del exceso de estrés y ansiedad generados por estos. En Física, la definición exacta sería la capacidad que tienen algunos metales para doblarse y luego volver a su posición inicial.
Tanto si ustedes gozan de esa virtud, como si todavía no lo saben porque no han sido nunca pasto de un gran sufrimiento; les aconsejo que cuelguen el miedo en sus roperos y que pongan en su vida un poco de estrés. No teman. Este les mantendrá mental y físicamente activos, además de entretenidos.
En ningún caso traten de blindar sus almas y, mientras tengan la edad adecuada, jueguen sus cartas, atrévanse, abran puertas y ventanas, y tengan confianza en sí mismos.
No olviden que, únicamente jugando, podremos ganar… Y, si perdemos, además de algo que contar, siempre habrá nuevas partidas por afrontar.