Pasan los días y aumenta la incertidumbre sobre cómo será Trump como presidente al tiempo que analistas y sociólogos intentan dar una respuesta a lo sucedido en las elecciones norteamericanas. Lo que cunde es el desconcierto incluso entre los norteamericanos. Y soy testigo y puedo palpar ese desconcierto estos días en que estoy en Miami asistiendo a la Feria del Libro. Y es que no dejo de pedir a distintos interlocutores que me expliquen los porqués del triunfo de Trump y sobre todo qué clase de presidente creen que va a ser.
Para la primera pregunta obtengo todo tipo de respuestas: la gente quería un cambio dicen unos. Otros explican que Trump ha contado con la ventaja de ser muy conocido gracias a sus programas y eso le ayudo a batir a los otros candidatos republicanos. Hay quien justifica el triunfo por el hastío de los votantes respecto a la política tradicional... Es decir nada nuevo sobre lo que se viene diciendo.
Pero a la segunda pregunta no hay respuesta. O mejor dicho la respuesta es que Trump es imprevisible lo que provoca incertidumbre y yo diría que hasta temor. Un temor que a duras penas disimulan en las cancillerias de la UE. Nadie las tiene todas consigo porque es difícil saber por dónde puede salir alguien que como Trump aterriza desde fuera de la política. Los optimistas dicen que una cosa es lo que se dice en una campaña y otra lo que luego se puede hacer, y en eso confían, en que Trump no cumpla o al menos rebaje sus promesas electorales. Los más cautos prefieren no hacer augurios. Lo único cierto es que el triunfo de Trump ocupa el grueso de las conversaciones y que nadie tiene un a idea cabal sobre lo que hará.