El poder de la excepcionalidad

n el marco de un Estado de alarma formal, materialmente de excepción, como no es difícil deducir por el alcance de la suspensión real de derechos fundamentales, el ejercicio del poder debe realizarse de acuerdo con su función propia en una democracia. En estos casos, es lógico que la intensidad de su ejercicio sea mayor, y, por ello, también su control y justificación. Cuanto más extenso sea el poder discrecional, mayores estándares de calidad en su motivación.
En esta situación de emergencia humanitaria, en un momento de poderes extraordinarios, debe ser extraordinaria la mesura, ponderación y proporción en su ejercicio. Las normas de excepción que atribuyen estas potestades deben estar circunscritas temporalmente al período de tiempo excepcional para el que han sido dictadas. Las limitaciones a la privacidad deben contar con el consentimiento de los ciudadanos y la geolocalización ser usada única y exclusivamente con fines de seguridad sanitaria, sin que sea legítimo el uso de datos personales de quienes aceptan entrar en el sistema.
Las normas que el BOE publica estos días, algunas con nocturnidad para ser aplicadas a la mañana siguiente, deben ser claras, concisas, concretas y completas, justificando en cada caso las restricciones a las libertades, en los decretos leyes, en forma adecuada, justa y razonable.
La potestad sancionadora debe operar de acuerdo con la máxima de la precisión, la legalidad, la tipicidad y los agentes actuar de acuerdo con los principios de proporcionalidad, mesura, moderación, justificando en caso la imposición de la sanción correspondiente. Si las conductas objeto de infracción no están definidas con precisión y se mueven en el ámbito de la abstracción, estaríamos en un Estado de Policía de manual proscrito por cualquier democracia.
El principio de responsabilidad del Gobierno y de la Administración, así como de sus agentes, es más intenso en situaciones excepcionales por obvias razones. Todas las normas y potestades deben contar con motivaciones sólidas, por breves que sean, de manera que cuando pase la pandemia, se levante el telón y la verdad y la realidad resplandezcan. Quien haya causado daños, por acción u omisión, deberá repararlos. De eso no hay duda.
“El poder más seguro es aquel que sabe imponer la moderación a sus fuerzas” (Valerio Máximo). La moderación es muy importante para el gobernante. Muy importante. Es más, quien orgánicamente esté imposibilitado para la moderación no debería asumir poder en una sociedad democrática. Porque, como escribió Velez de Guevara: “es más sabio templar el poder que no tenelle”. 

@jrodriguezarana

El poder de la excepcionalidad

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