El asunto de Jordi Pujol tiene dos vertientes: una, presuntamente delictiva, y otra politico-filosófica, que están siendo utilizadas como una sola, sobre todo por la derecha, con intención de desprestigiar el movimiento independentista catalán.
Es cierto que Pujol forma parte de las dos vertientes, pero sus posibles delitos son personales y no deslegitiman el sentimiento popular independentista, tal como tampoco lo hace el delincuente con el Código Civil o Penal por incumplir las leyes.
Un cura puede ser pecador y delincuente al mismo tiempo, pero que lo sea no tira por tierra la religión ni los mandamientos de la ley de Dios. Sí atacan la moral y la ley centenares de cargos presuntos corruptos imputados, como tiene el gobernante Partido Popular, y su presunta financiación irregular de veinte años de vuelo. Semeja que, como decía Carlos Gardel: veinte años no es nada, y feliz la mirada. Hagámosles coro.