Voy a hacer como Forges, repetir la misma denuncia hasta que nos hagan caso. El tren expreso, el que viaja por la noche a Madrid, no cumple las condiciones mínimas de salubridad y decoro. Hace dos años que protesté en los andenes, y me afirmaron que lo iban a cambiar en un par de meses. Esos meses se convirtieron en años. El resto de servicios es una ofensa comparativa con otros ciudades. Ya está bien.
De lo que voy a hablar hoy, es de otro tema. Hace unos días debatí con un familiar por eso de que el Gobierno y el alcalde, no son culpables siempre. Esta mañana he vivido varias situaciones que reafirmaron mis ideas.
Necesitaba una factura bien hecha, legal, para presentarla en un recurso con el fin de que me devolvieran el coste por ser cuestión de la negligencia de Emafesa. El que tenía que firmar y sellar la factura, venía de Valdoviño, y me dijo que estuviese en la dirección donde habían hecho el servicio de desatasco a las 8.30 horas, de la mañana. Allí aparecía “a las y veinte” para no hacerle esperar, pero el hombre apareció a las 9.20 horas. Como mínimo una falta de respeto, y de atención, podía haberme llamado a casa para retardar una hora. Sin embargo en esa hora de espera, en ayunas, nos cruzamos un par de llamadas telefónicas, otras, no las oyeron y no contestaron.
Estaba paseando por la acera, cuando veo un camión grúa, que iba a pintar un penal de un edificio cerca de Fajardo. El colindante era conocido y le pregunté qué pasaba ya que estaba la policía municipal. Me dijo, lo que era evidente, un conductor aparcó su coche dentro del área reservada, señalada y con dos vallas. El colindante se preguntaba quién le iba a abonar a él la hora de trabajo que llevaba perdida. Entonces, empezó a decir que el gobierno municipal no hacía nada, que era una vergüenza. Se dirige a mí y me espeta ¿A ti que te parece?, sinceramente que el que aparcó tiene que ser mayor de edad, tiene que saber leer, y tiene que respetar las normas sociales, si hay unas señalizaciones que impiden aparcar en el día de hoy, pues no puede aparcar, si lo hace, que pague lo que le toque. Meterse con el alcalde sólo indicaba que aunque encontrase al alcalde actual rezando el santo rosario, en horas fuera de servicio, lo colgaría igual. La policía, de forma severa, le reprochaba su falta de reconocimiento. En este caso encontramos dos personas que llevan unas gafas negras que les impedían ver la realidad. El conductor, despreció y se rió de las normas de aparcamiento en la ciudad en situaciones concretas, mal, muy mal. Por su parte, al que estaba esperando a que retirasen el coche y que pudiesen pintar, le había obnubilado el enfado, y como no sabía quien era el infractor, no fuera ser que tuviera que echarle una mano, arremetió contra el alcalde, de forma anormal; llegué a entenderle que la policía debía de estar atenta cada día, para que se cumpliese lo obligado: no aparcar. En Ferrol no es que el presupuesto anual de la ciudad esté sobrante, si además los policías tienen que hacer extras delante de todas las zonas marcadas para no aparcar por mudanzas, retirada de escombros, entrada de maquinaria, tendremos que pedirle “una limosnita” al señor Trump.
Casi al mismo tiempo que ocurría lo anterior, saltó la alarma de un turismo que acababa de abrir una señora. Piii, piii, piii, los pitidos en la tranquilidad de la mañana, no eras las nueve, se clavaban en los oídos. La mujer, desde la puerta, tiró el bolso a las asientos traseros, el coche piii, piii, piii, se quitó la chaqueta con calma, el coche piii, piii, piii, la dobló con atención y la puso en el asiento del copiloto. Estuve a punto de ir a pedirle que cortara aquello de una vez. Se sentó, y al fin, después de unos minutos, apagó la alarma. Que poca consideración por los demás. A esa hora hay abuelos que descansan, niños pequeños que duermen, obreros que trabajan a turno, o simplemente panaderos que regresan y se acaban de acostar. La mujer lo hizo como si fuera la cosa más corriente de cada día, ¡Pobres vecinos, si, porque odie a uno, les mete esos pitidos cada mañana!. Si fuese así, se merece un par de multas. A todo esto, un turismo pasó a velocidad y el conductor, terminó de beber un botellín de agua y arrojó el envase por la ventana.
Serían los doce y media cuando regresaba a casa en el autobús, y a ambos lados de la carretera a las Pías, el sol y el agua de estos meses, hizo crecer los árboles y arbustos de forma desaforada. Unas pasajeras del autobús, empezaron a criticar al alcalde porque debía contratar gente para podar todo. Les dije que estaban cortando en el Bertón, “¡bueno y que!, que traigan más máquinas y si no llegan los empleados que contraten a más gente, hay muchos que están esperando!. Si hay que segar la hierba y recortar los setos de Ferrol, todos al mismo tiempo ¿Cómo se hace?. Si el sol calienta con ardor, y la lluvia riega varias veces a la semana, y crecen de forma desaforada las plantas ¿Qué hace el alcalde?.
Si se niegan a utilizar el sentido común, a pensar que las leyes hay que respetarlas, a tratar con respeto a los demás, a reconocer que muchos males son ajenos al poder de los humanos, si seguimos así, vamos mal, seremos más infelices y habrá muchos más enfermos de los nervios.