IGUALDAD

Resulta complicado hablar de igualdad y no parecer una plañidera. La queja siempre a punto; agazapada a la espera de una ocasión para salir disparada. Fuego de ametralladora que hace diana en todo aquello que tiene alrededor. La discriminación laboral, el engaño de la conciliación, la mentira de la cuota de paridad, el doble rasero de la sexualidad, el robo del derecho a decidir.
Sobran los motivos para echarse a la calle el Día de la Mujer y repartir culpas. Al jefe de personal que mira la foto del currículum antes que los méritos profesionales. Al empresario que sigue pensando en puros y copas entre caballeros a la hora de los negocios. Al colegio que llama a mamá cuando el niño se pone enfermo porque es impensable que el padre interrumpa su trabajo. A los amigos que distinguen entre los que disfrutan de su cuerpo y las que se regalan a cualquiera. A los que urden una ley que reduce a las mujeres a seres sin voluntad. Y a los que lo aplauden. A la familia que pierde el sueño por un buen hombre que lleve a su (eterna) niña de la mano por el mundo. Y a la que celebra con más entusiasmo que le alaben el corte de pelo a que la feliciten por el trabajo bien hecho.
Y sin embargo, callamos mucho más de lo que protestamos. Lo gritamos en silencio para no parecer débiles, porque nos han enseñado que una voz masculina que se alza es una reivindicación, pero un reproche en femenino es una rabieta. Nos conformamos con que en días como el de mañana nos abracen con palabras de admiración hacia nuestro sexo y actos que recuerdan a aquellas que nos despejaron de obstáculos el camino –aunque nos sigan quedando muchos que apartar–. Sonreímos agradecidas y educadas. Y volvemos a casa con la sensación de que nos ofrecen migajas.
Acumulamos feminismo cada año que pasa. En el sentido original de la palabra. El que dice que queremos que se nos reconozcan las mismas capacidades y los mismos derechos que antes se reservaban a los hombres. No buscamos una guerra de sexos. Nos sabemos diferentes pese a ser iguales. Ansiamos que el Día de la Mujer sea un recuerdo lejano en un futuro. Será la prueba de que la evolución es posible. Que la igualdad existe más allá de los discursos y los artículos de opinión.

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