El espionaje que no es espionaje sale muy caro

Si a las pérdidas económicas se les denomina “crecimiento negativo” y a la emigración por culpa del desempleo “movilidad exterior”, a la purga se le puede llamar “feminización de las portavocías”. Eso al menos fue lo que hizo Podemos cuando se cargó a Errejón para encumbrar a Irene Montero. En la República se han superado. La Plataforma per la Llengua, que se autodenomina ONG del catalán, espió a los alumnos de varios colegios para averiguar qué idioma hablaban durante el recreo. Sin embargo, el consejero de Educación negó en el Parlament que se espiase a los escolares y matizó que lo que se hizo fue “una observación de incógnito”. Un agente secreto nunca salió barato, pero un observador de incógnito... La Plataforma pide donaciones para erradicar el castellano de los patios. Menos mal, les podría haber dado por cobrar el 3% de las matrículas.

El espionaje que no es espionaje sale muy caro

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