CARMEN Santos, la vicaria de Pablo Iglesias na terra, mira de esguello –mala señal–, pese a lo cual presume de que los círculos concéntricos enxebres se caracterizan por sus relaciones fraternales. Tan fraternales son esas relaciones que la diputada Ángela Rodríguez, alias Pam, cuando se refiere a ella le llama “la puta coja”. Pero Santos sigue a lo suyo, que es mantener el carguiño, y pretende extender esa fraternidad a sus relaciones con En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué. Lo hace de una manera tan ejemplar como en su partido, pues si el consello de la xente do común decide que Paula Quinteiro, la diputada que sale de troula nocturna con aficionados al vandalismo, tiene que dejar el grupo parlamentario, ella dice que no y, por supuesto, Quinteiro sigue en O Hórreo. Mal futuro tiene la confluencia.