El Deportivo volverá a ser equipo de Primera después de su triunfo en Villarreal por 0-2 en un choque que resultó muy placentero. Al final lo que cuenta es la victoria y esta dio al club coruñés la permanencia en la Liga de los ricos. Y no importa la forma en qué se haya conseguido, porque, en mi opinión, el conjunto local ofreció excesivas facilidades. Es cierto que no se jugaba nada, porque sus objetivos ya estaban cumplidos. Y eso se notó sobre el césped. Tampoco es mi intención quitarle méritos a la plantilla que dirige el discutido Víctor Sánchez del Amo en un choque donde sí supo sacar ventaja de sus mayores urgencias con ese triunfo tan ansiado y que sería el número número en la Liga. Pero vuelvo al Villarreal. Su fútbol carente de toda actitud, me llevó a pensar que se trataba de un grupo de amigos que ese día habían decidido juntarse para disputar un encuentro de solteros contra casados, y en unos amigos para siempre de la hinchada blanquiazul.
También decir que Lucas volvió a marcar. No lo hacía desde la jornada 32, cuando, en Riazor, el Las Palmas jugó con nuestro club al gato y al ratón llevándose el triunfo. Y lo de Faiçal es todavía más curioso. Su último tanto se lo hizo al Betis en Riazor (2-2) en la jornada 24. Ya llovió.
Con este panorama, y las incendiarias declaraciones de Pedro Mosquera sobre el maremoto que se vive en la plantilla deportivista y que reflejan claramente lo sucedido en la segunda vuelta de campeonato, nos visita mañana el Madrid con la imperiosa necesidad de ganar y ver qué ocurre en Granada con el Barcelona para conseguir el título de Liga. Lo normal, lo lógico, dejando a un lado los sueños, es que los blancos se lleven los puntos.
Pero está por ver el comportamiento del este Deportivo tan desigual ante un conjunto al que en los últimos tiempos no se le dio bien Riazor. El triste recuerdo del 0-8 del Barcelona todavía me duele e indigna entre los aficionados y no me gustaría revivir semejante ridículo. Y para concluir, el runrún de los maletines ronda por A Coruña y por todo el fútbol español con casos muy concretos que saltaron a la palestra en las últimas horas. Y en otros deportes. Como el testimonio del ciclista Óscar Pereiro que reconoció que se dejó ganar una etapa en el Tour por 50.000 euros. Me parece deleznable. Dejemos de ser amigos para siempre y busquemos, sé que es difícil, la honestidad en el deporte. Aunque suene a chino.