EL PERFIL DE UN PSICÓPATA

Se habla mucho de los diferentes trastornos psiquiátricos que están afectando a nuestra sociedad. Con frecuencia se dice que fulano o zutano es un psicópata. Sin embargo, no todas las personas que padecen un trastorno son necesariamente psicópatas; ni todas las que aparentan estar en sus “cabales” lo están en realidad.

En la Edad Media cuando una persona sufría un trastorno de personalidad se decía que estaba endemoniada. Es decir, que el diablo se había apoderado de su alma. Era la época en que algunos clérigos dirigían “terapias” exorcistas y en la que la ciencia médica autorizaba las famosas trepanaciones craneales, falleciendo en esas “cirugías” la mayoría de los pacientes o quedando incapacitados para toda la vida.

Muchos de los trastornos psiquiátricos de hoy en día nacen de carencias afectivas, teniendo la mayoría de ellos su origen en la infancia o al comienzo de la adolescencia. Pero existen muchos tipos de trastornos.

En realidad, se denomina psicopatía a cualquier trastorno psiquiátrico. Ahora bien, ¿qué es un psicópata en realidad? Se puede definir de muchas maneras, pero básicamente es alguien carente de empatía. Aparte de ser una persona mentirosa y manipuladora. Intenta por todos los medios cambiar la realidad objetiva de las cosas, hasta poder encajarla en su propia “hoja de ruta”. Generalmente son personas extrovertidas y con gran facilidad para relacionarse con los demás; pero las que son introvertidas suelen ser peligrosos, pues la mayoría de los grandes asesinos pertenecen a este grupo.

Salvo excepciones, poseen un coeficiente mental elevado. Uno de los rasgos que define por excelencia a este grupo es la ausencia de culpa. Él o ella jamás se sentirán culpables de nada –hagan lo que hagan–. De hecho, cuando viven en pareja intentan transferir las culpas a la otra persona. La manipulación puede ser tan sutil que –en la mayoría de los casos– su pareja no es consciente de ella y termina asumiendo todas las culpas.

Las personas que sufren este tipo de trastorno lo cosifican todo; es decir, para ellos/ellas los seres humanos son simplemente cosas. En algunos casos, su egoísmo puede llegar a ser brutal, incluso cruel. Los psicópatas usan siempre a los demás en beneficio propio. Nunca aceptarán que se equivocan. Y son incapaces de entregarse a la persona amada. Aunque pueden llegar a “enamorarse”, ese amor siempre estará condicionado a sus necesidades egoístas y perversas.

Todos –de alguna manera– intentamos que los demás se ciñan a nuestros deseos. Pero tal conducta entra –siempre y cuando se mantenga dentro de unos cauces razonables– dentro de la normalidad de la naturaleza humana. Lo anormal empieza cuando esa dinámica de comportamiento se convierte en crueldad.

Cuando tales circunstancias concurren, entonces estamos ante un perfil de persona que padece un trastorno serio de personalidad. Es alguien enfermo. Descubrirlo es tarea harto difícil, puesto que este tipo de personas aparentan ser normales. Tanto, que esconden toda su perversidad detrás de frases y palabras. Lo cual, hace muy difícil detectarla, incluso para los expertos en el campo de las conductas antisociales.

Los trastornos de este tipo están aumentando en nuestra sociedad; las estadísticas indican que el 21% de la población las sufre. La mala noticia es que son difíciles de curar, puesto que, normalmente, las personas que las padecen raras veces aceptan que están enfermas.

La mayoría de esas personas están convencidas de que se encuentran perfectamente compensadas; que la ansiedad, o incluso la depresión que puedan padecer en un momento puntual, son sencillamente ocasionadas por el estrés laboral o por algún problema de índole familiar.

Por lo tanto, lo primero que se les ocurre es acudir a su psiquiatra de cabecera para que éste les recete algún tipo de milagro farmacológico. Sin embargo, lo que menos necesitan son ese clase de milagros.

La solución pasa, primero, por aceptar que tienen un problema serio. Y, segundo, acudir a la psicología. Es la única que tiene respuesta para este tipo de trastornos.

 

EL PERFIL DE UN PSICÓPATA

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