“Desesperacionismo”

La desesperación es y ha sido motor de creación literaria. Escribimos mejor y más profundo cuando estamos tristes y al borde de nada, que cuando estamos alegres y en boca de todo. Sin embargo, en la actualidad, se ha invertido el orden, se escribe alegre, con alegría, acaso, despreocupación, y la desesperación sobreviene cuando se afronta la tarea de publicar. Las editoriales han dejado de ser la industria del pensamiento para convertirse en la idea de una industria. Como todas, preocupadas solo por los beneficios. Razón por la que fuerza al autor a publicar bajo un contrato en el que será él y no el editor quien oficie indolente y desesperado de una cosa y de la otra, bajo el dudoso paraguas de  su sello.
Este fenómeno comercial arrastra a la literatura a un movimiento no revolucionario, en esa nefanda innovación ya estamos, sino reaccionario, en la medida en que busca conservar la utilidad de la literatura frente a la idea de literatura como utilidad.
La madre del “Desesperacionismo”, la poeta Loto Seguin, invita a los autores a sumarse a este movimiento. Denunciando “que hoy la calidad intelectual y estética de un texto la marca el grado de desesperación del autor por publicar”. A la par que recuerda “que los pilares del movimiento son la necesidad de crear y la angustia de creer”. Y que esta tendencia literaria “no es ni una vanguardia ni una retaguardia, sino un punto de resistencia en la desesperación creativa”.

“Desesperacionismo”

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