Enchufados a la oficina

De todas las revoluciones tecnológicas, la última es la única que ha conseguido que los hombres –alguna amiga feminista me reñirá por no poner “la humanidad” pero que me perdone, yo me siento incluida– trabajen para las máquinas y no a la inversa. Los ordenadores primero y los teléfonos inteligentes después nos han permitido sentirnos libres de no estar en la oficina y, al mismo tiempo, ser esclavos de trabajar a todas horas. Pero el frotar se va a acabar. Al menos, en Francia. Allende los Pirineos sindicatos y patronal han llegado a un acuerdo para ayudar a desconectar a los trabajadores. Literalmente.
El pacto consiste en que los asalariados tendrán que apagar sus dispositivos móviles, tabletas u ordenadores durante once horas seguidas. Como mínimo. Y lo mismo el fin de semana. La norma incluye un control por parte de la empresa para garantizar que ese descanso se produce realmente. Al menos, en lo que se refiere al trabajo. De subir vídeos chorras a la página personal de Facebook, trolear al periodista de turno en Twitter o jugar al póquer online no han dicho nada.
En los tiempos en los que cada vez se alargan más los turnos y se exige disponibilidad y conectividad total a los trabajadores resulta cuando menos curioso que haya quien se preocupe de dejar descansar a la parte humana del proceso. Qué bien le hubiera venido a aquel becario del Bank of America, Moritz Erhardt, que murió en Londres tras encadenar una jornada laboral de 72 horas. En Francia también tienen lo suyo, con numerosos casos de quemados en las grandes empresas. Solo en el primer trimestre de 2014 ha habido una decena de suicidios en Orange, antes France Telecom, tristemente famosa a nivel mundial por ser la empresa donde más empleados deciden poner fin a su vida. Seguro que lo hacen por descuadrarle los turnos de libranzas al jefe.
Probablemente, los ordenadores tengan la capacidad de trabajar hasta el infinito y más allá, pero la capacidad de atención humana tiene un límite. Una vez sobrepasado, las posibilidades de equivocarse aumentan. El 60% de los MIR admite haber cometido errores por fatiga laboral. Si me dejan elegir, yo prefiero el médico que haya dormido más de todos los que me puedan atender. España es el país con las jornadas más largas de toda Europa y, al mismo tiempo, con el menor nivel de productividad; por muchas horas que pasemos trabajando, no rendimos más. La iniciativa de Francia servirá para tener menos enchufados. Por lo menos, de los que rinden.

Enchufados a la oficina

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