Los Juegos Olímpicos de Galicia

Faltaban páginas; otras eran ilegibles, se había corrido la tinta. Lógico; el estado de conservación de los documentos que se encuentran en un contenedor de basura no puede ser el mismo que el de los que se conservan en la Cidade da Cultura. Su olor tampoco es igual. Unos huelen a podrido, los otros a nada; ni siquiera a humedad.  
De todas formas, la mayor parte del dosier se leía sin ningún problema. Incluso había folios que parecían recién salidos de la impresora. Se trataba de papel timbrado de la Xunta, en el que lucía el escudo de Galicia. Datar su redacción no sería difícil, pero a pie de contenedor no es fácil disponer del material necesario para ponerle fecha a nada.
Un simple ojeada bastaba para darse cuenta de que muchos pasajes eran un corta y pega de la Wikipedia, pasado por un traductor de castellano a gallego. Sin embargo, no aparecía ningún Faiado dos Monxes, ninguna oficina de Corrédevos, ni ninguna Alicerce Bermello. Al menos, el autor de la manipulación había sido cuidadoso en su trabajo.
El capítulo en el que se razonaba la milenaria relación de los Juegos Olímpicos con Galicia era delirante. Se negaba que los Juegos Nemeos se hubiesen organizado en honor de Hércules por haber matado al león de Nemea y  se aseguraba que su origen auténtico estaba en la victoria del héroe “coruñés” sobre Gerión. Era evidente que quien tenía esos conocimientos sobre la Grecia clásica no podía ser un aficionados al deporte y que un aficionado al deporte carecía de conocimientos sobre la Grecia clásica.
Pero al margen de erudiciones y aficiones, la autoría del documento seguía siendo un absoluto misterio. Habría que seguir leyendo para desvelarlo. La parte dedicada a los escenarios de las distintas competiciones tampoco arrojaba mucha luz, ya que combinaba el ahorro con el gasto desmesurado. Por ejemplo, la fervenza de Ézaro acogería el piragüismo en aguas bravas y las Rías Baixas, las regatas de vela, con lo que no habría que gastar ni euro en acondicionamiento.
En cambio, las pruebas hípicas se disputarían en la plaza del Obradoiro, para que el Apóstol las presidiese montado en su caballo. Adaptar el lugar a las necesidades de los equinos requeriría un desembolso alto, ya que habría que cubrir el enlosado con hierba. El verdín de la catedral sería insuficiente, así que habría que importar césped de Inglaterra, cuyas características son ideales para que los caballos se impulsen antes de saltar.
El apartado de las conclusiones era desalentador, ya que destrozaba cualquier atisbo de haberse aproximado a la autoría o la fecha en que se había redactado “O memorádum dos Xogos Olímpicos en Galicia”: “El COI solo admite como candidatas a ciudades”. Tanto tiempo y tanto esfuerzo, para nada; estaba claro que el documento se podía haber redactado gobernando el PP como en la época del bipartito.  

Los Juegos Olímpicos de Galicia

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