Habitualmente el año anterior a unas elecciones municipales suele ser de un fragor operativo tremendo, ya que lo que no se hizo en los tres años anteriores se quiere llevar a cabo en el último sobre todo con fines electoralistas. Y así ahora nos fríen con obras por doquier que dificultan considerablemente la vida cotidiana de los ciudadanos. Ahora mismo Ferrol es una ciudad caótica. Las últimas decisiones sobre el tráfico, la acumulación de obras (tomen nota y aún me quedará alguna: Plaza Río del Tronco, calles Alegre, Sol, María, Irmandiños, varias del Ensanche, próximamente cuesta de Mella y Miramar, etc.) provocan continuos desvíos, atascos, desperfectos en pavimentos no preparados para esta acumulación del tráfico, ausencia de policía local para regular la circulación, situaciones peligrosas para los viandantes, etc., constituyen un cúmulo de molestias a los vecinos que provocan en Ferrol un efecto distinto al que proclaman de humanizar la urbe. Obras, sí; caos, no.