todo apunta a que además del distanciamiento social, uno de los principales cambios que dejará el coronavirus es la nueva concepción de la forma de trabajar. Para empezar, parece que el teletrabajo ha venido para quedarse, para satisfacción de muchos que se ahorran el riesgo de contagio y los gastos de desplazamiento. El siguiente paso, que ya están planteando en el Reino Unido, Japón o Nueva Zelanda, son las semanas laborales de cuatro días. Solo les ven ventajas. Primero, permite una mayor conciliación familiar, concepto que no tenemos muy interiorizado y que podemos aprovechar este reseteo social para tener en cuenta. Segundo, reduce las posibilidades de transmisión del virus, al estar los trabajadores menos tiempo juntos. Y tercero, es un impulso a la economía porque con más horas libres se puede ir más alegremente de compras o de bares. Jefes, tomen nota.