Deportados

Antes de cualquier consideración sobre los deportados sirios, afganos o iraquíes habrá que remitirse siempre que hablemos, al destroce que ha ocasionado una mentira planificada por EEUU y apoyada por otros países europeos. Claro, porque sino no entenderemos por qué tienen derecho a que les ayudemos. Es que nosotros, nuestros gobiernos, han consentido en destrozar culturas milenarias, ríos milenarios, pueblos que nos ayudaban a interpretar mejor nuestro mundo. Mientras que ahora solo hay partidos que miran a Venezuela; en ese territorio “sucio” de cuyo nombre no queremos acordarnos, los pueblos desaparecen en silencio. Creo que hay naciones empeñadas en que olvidemos el pasado, en hacernos creer que no hay más mundo que el nuestro, mientras se apilan en nuestro escaparate hombres, mujeres y niños que nunca podrán comprar nada de lo que le podamos ofrecer. Pueblos tan dignos no quieren nuestra limosna quieren su cultura. Solo estamos sustituyendo las catedrales por la catedral global del mercado.

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