s la pregunta del millón y la respuesta es de millones y millones. Y tiene la marca del PP. No se trata de opiniones sino de datos: OHL, la empresa de Villar Mir, la constructora de Florentino y Quirón Salud, son las firmas beneficiadas por la comunidad madrileña bajo la presidencia de Esperanza Aguirre. Aquí hay un ejemplo con el hospital vigués Álvaro Cunqueiro y con paciencia, se pueden encontrar más casos por donde pasó el PP.
Según informe –elaborado con cifras contrastadas– esa política significó menos camas, menos trabajadores y con precarización y menos sueldo y para cerrar el círculo se deriva a las clínicas privadas una serie de servicios bajo la excusa de que “en la pública hay una cola muy larga”. Añadan a esto –fruto, insisto de un estudio basado en datos de la propia administración– otro negocio que también se beneficia de la salud de las personas: las residencias geriátricas. Aquí, igual que con la sanidad pública, se cede a la iniciativa privada. En este caso, y ya es público y notorio y la justicia investigará sobre el particular, detrás del negocio están los llamados fondos buitre. Aquí tenemos también ejemplos. Y con muertos.
Pero don Alberto sigue la pauta marcada por su colega la presidenta de la comunidad madrileña y, tras asegurar que por culpa de las normas del confinamiento Galicia pierde trescientos setenta millones de euros a la semana, y pide un equilibrio entre la salud y la dignidad económica. Reconozco que no soy capaz de traducir esa frase pero no suena nada bien ni la letra ni la música. Y es que viene siendo muy repetido eso de “gasto hospitalario” como si se tratara de echar las cuentas a un negocio cuando se trata de un servicio.
El ratio de camas y sanitarios por ciudadano está en España muy por debajo de la media europea y sufre aún la reciente etapa de los recortes de la era Rajoy con un Feijóo que presumía entonces de ser uno de los adelantados en reducir el sistema y, marca de la casa, premiar a las clínicas privadas, pongamos aquí que hablamos de Povisa. No hará falta buscar mucho en los archivos o en la memoria, para recordar las manifestaciones de los sanitarios en particular y de la ciudadanía en general por casos como el de Verín, la falta de medicinas para la hepatitis C, las deficiencias en el complejo Álvaro Cuqueiro o, más recientemente, las carencias en los servicios de Atención Primaria.