Íñigo “El niño de San Ildefonso” Errejón, firme opositor a ingresar algún día en el PSOE, ha dado otro paso decidido para conseguirlo al okupar en el corazón de Pedro “La sonrisa” Sánchez el puesto que antes usufructuaba Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias”. El secretario general del PSOE ha puesto todas sus complacencias en el antiguo becario black por propio interés, pues su participación en las elecciones generales incrementará la pérdida de votos de Podemos, que, al fin y al cabo, es lo que le interesa. El lanzamiento de Errejón ha actuado como un banderín de enganche de la Legión y los satélites que orbitan en torno a los círculos concéntricos –confluencias en la fala morada– empiezan a cambiarse de bando. El exjuez y virtuoso de la gaita y la zanfoña Luís Villares, martirizado durante meses por los podemitas enxebres, ha sido uno de los primeros en rendir pleitesía al nuevo ídolo y ya pretende madrileñizar su grupo –esa es otra, ¿cuál es su grupo?, ¿cómo se llama?– y adherirse al errejonismo. Ya se sabe, por lo tanto, donde no va a conseguir ni un solo representante la nueva formación. Qué se le va a hacer.