el mercado laboral es caprichoso y mientras hay profesionales que se pasan mucho más tiempo del que les gustaría esperando por una oferta que no termina de llegar, a otros les salen pretendientes de debajo de las piedras. En España faltan trabajadores de perfiles tecnológicos tan novedosos que ni siquiera tienen dónde formarse, pero también muchos otros técnicos en FP que son rara avis: desde mozos de almacén a carretilleros, pasando por deshuesadores de jamones o soldadores. Tal es su escasez que en un panorama general en el que ser mileurista es una bendición, ellos pueden llegar a cobrar hasta 40.000 euros al año. Los jóvenes que no saben qué camino elegir al salir del instituto pueden abrir su abanico de opciones con estas profesiones menos habituales y que igual no son tan vocacionales como otras, pero, desde luego, alegran cuando llega la nómina.