La Asociación de Artistas Plásticos, ARGA ofrece la muestra “De todo lo visible y lo invisible”, cuya autora, Maica Gómez (Ribeira, 1968), se formó en Técnicas de volumen( 1994-1999), en la Escuela Picasso, dedicándose, desde entonces, a realizar esculturas inspiradas en la figura humana, aunque de líneas simplificadas que, en algún caso, recuerdan a Henry Moore.
No obstante, la obra expuesta es totalmente pictórica y puede encuadrarse dentro de la tendencia del informalismo abstracto y del tachismo, donde el principal protagonismo lo tienen la mancha y el gesto, mediante los cuales se pueden despertar las pulsiones ocultas y dar cauce a configuraciones espontáneas que, en ocasiones, pueden, recordar formas erosionadas de la geología, nubes, masas vegetales, perfiles de costas, etc y, en otras, remiten a ese lado invisible, como reza el título, en el que lo que cuenta es la sugerencia, la indefinible emoción o simplemente el ritmo inteligente de la mano. Son obras abiertas (en el más estricto sentido de la definición que hizo Umberto Eco, en su libro “Opera aperta”) y, como tales, permiten múltiples lecturas y los títulos que la artista les pone son meramente orientativos.
Así, “El color del verano” recuerda, por medio de la combinación de tonos dorados y azul turquesa y amplios trazos curvos, al esplendor de la luz estival.”Cruzando puentes”, por su lado, transmite incitaciones acuáticas y tramas de caminos. ”La herida”, una de sus piezas más potentes, construye un espacio de matices blanco-grisáceos, acotado, en parte, por la línea negra de un semicírculo, sobre el que se esparcen salpicaduras sanguinolentas, que adquieren el valor simbólico de todo ese dolor que va emergiendo del corazón humano y va enrojeciendo sus días. Un simbolismo poético, con ecos rosalianos, podemos encontrar en el políptico “Negra sombra azul”, donde la bien articulada mancha configura encuentros y evocaciones azul noche.
El tríptico “Negra sombra” contrapone, en cambio las fuerzas de la oscuridad, reflejadas por amplias manchas negras (a veces, con cierto aire amenazante e incluso reptíleo), a los frágiles puntos y líneas rojas que bien pueden simbolizar esos gritos que nos salen del alma cuando nos alarmamos. Una idea similar se desprende del tríptico en gris y bermellón que también titula “Herida”. Un canto al esplendor vital y a la alegría de la naturaleza son los cuatro cuadritos que titula “Green”, donde verde y amarillo componen una sinfonía floral.
El tríptico “Azul ultramar” lleva la abstracción a los límites de un paisaje marino de agitado horizonte. Las demás obras presentes: ”En otra galaxia”, “El color del verano” .”Blue”, “La vida en rosa”, atestiguan -como ella dice- “.de ese mundo interior que emerge desde lo más profundo del inconsciente, en palabras de Kandinsky...”
Con este lenguaje, que podríamos parangonar con los fractales de la naturaleza, M. Gómez habla del continuo fluir, de cambio, de las formas de la luz y de los ritmos escondidos que se van coloreando de reflejos producidos en las entretelas del alma.