Jugar al despiste con el Nobel

CADA vez que se concede el premio Nobel de literatura aparece una pléyade de pseudo culturetas que asegura conocer al autor agraciado de toda la vida. Incluso llegan a acertar a decir el nombre de una o dos obras suyas, sobre todo si lo acaban de escuchar en el telediario. Sin embargo, la verdad es que ellos, como el 99,99% de la humanidad, jamás habían oído hablar de tan insigne autor. Y es que son muchos los que piensan que los encargados de determinar al ganador del galardón les gusta jugar al despiste y optar por lo exótico. Algo así debieron pensar los responsables de buscar una cabeza sobre la que depositar el premio Nobel de la Paz. Debían de estar con ganas de guasa ya que se lo concedieron al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Poco les ha importado a los sabios que el pueblo le haya dado buen varapalo a su plan de perdón más que de paz. Ellos, a lo suyo.

 

Jugar al despiste con el Nobel

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